Pase sin rezar, sin santiguarse ni detenerse frente al agua bendita. Acceda directamente a las entrañas de un templo del siglo XVI a través del portón del coro, sírvase un café mientras disfruta de las maravillosas vistas que cambian de postura con cada estación del año y, sobre todo, descanse, duerma rodeado de 16 ventanales que en otros tiempos dieron voz a unas campanas ahora enmudecidas.
La tentadora propuesta no forma aún parte de la oferta turística de la provincia, pero lo hará. Será posible en la pequeña localidad terracampina de Villalán de Campos (50 vecinos) que, huérfana de santuarios del patrimonio y sobrada de despoblación, ha osado declarar la guerra al cliché turístico para metamorfosear la torre de la antigua iglesia de Santa Cecilia en una vivienda de turismo rural. La situación no le dejó elección: conciliar el sueño entre muros mudéjares del XVI o despertarse entre las ruinas de una torre que hace décadas que echa un pulso al tiempo. El Ayuntamiento lo tuvo claro, apostó y lo hizo con fuerza. Tanto, que lleva cuatro años acumulando las partidas de Planes Provinciales concedidas por la Diputación para atender la llamada de SOS de esta torre y, de paso, cerrar una cita con el tan ansiado turismo del medio rural. «Hacer la casa es lo que menos cuesta, la consolidación hay que hacerla de todas las maneras, pues esto es solo dar un pasito más, y desde el momento que se barajó la idea lo vimos claro, porque puede ser un atractivo para los turistas que se acercan por ejemplo a Villafáfila o a municipios del entorno, es la mejor forma de amortizar la inversión que hay que realizar en la torre», explica Ignacio Sánchez, alcalde de Villalán.
El año 2011 que está a punto de inaugurar el calendario de una nueva década será determinante para un proyecto que alcanza ya casi cuatro años de gestación al amparo de una idea que surgió cuando los vecinos, reunidos en concejo abierto (engrosa el listado de localidades que no alcanzan los cien habitantes), decidieron buscar un uso para una torre en la que el deterioro avanza a pasos agigantados. Y en esos primeros momentos, en los de la concepción de un proyecto que diera utilidad a este emblema de Villalán, fue cuando se lanzó incluso la propuesta de solicitar al arquitecto Frank Gehry, autor del Museo Guggenheim de Bilbao, que desarrollara aquí algún proyecto diferenciador que convirtiera esta vigía de la Tierra de Campos en un atractivo turístico.
La invitación llegó a cursarse y la respuesta, aunque finalmente mostraba su interés por la torre, se dilató en el tiempo, por lo que el municipio optó por buscar otra salida. Esta vez como casa de turismo rural que brinde carisma a una zona que lleva ya por antonomasia grapado al nombre la tan nombrada despoblación. Dos habitaciones El proyecto definitivo, ya redactado, lleva el sello de los arquitectos Elsa Calvo y Agustín de Diego, quienes han tenido claro que el objetivo principal es ser conservadores con la estética del inmueble. Su planteamiento, confeccionado a caballo entre Villalán y su estudio de Valladolid, respira aires novedosos combinados con la sencillez de un inmueble que huirá de la sofisticación. El acceso a la vivienda respetará el portalón ya existente que comunicaba con el antiguo coro de este templo. Estará elevado unos metros del suelo para entrar directamente a la cocina, de casi 15 metros cuadrados. En una altura superior, el salón, de las mismas dimensiones que la cocina, conservará las antiguas campanas de la torre con la posibilidad además de acondicionar unos balcones de vidrio transparente que harán las veces de mirador.
El primero de los dos dormitorios y un baño se ubicarán en la planta segunda, mientras que la tercera y última albergará la otra habitación junto con otro baño. La cubierta, aquí, será íntegramente de madera, mientras que se conservarán además las 16 ventanas que tiene la torre y que ofrecen unas vistas inigualables de los páramos vallisoletanos.
Finalmente, la zona del sótano se reservará para una sala multiusos o polivalente. La esencia de este edificio se mantendrá incluso en los 73 peldaños que habrá que escalar para acceder desde el sótano a la planta superior (22 metros de altura), pues aunque se planteó la posibilidad de instalar un ascensor, finalmente fue rechazada «porque tiene un mantenimiento muy costoso para un pueblo de estas características, no cabría en el interior de la torre y en el exterior estropearía todo el inmueble», señalan los responsables del proyecto. La financiación se erige ahora como el único desvelo en el sueño de una localidad que ansía atraer visitantes más allá de los vendedores ambulantes que casi a diario pregonan su género por sus calles y plazas. La ejecución íntegra de esta transformación requiere de una inyección presupuestaria de 300.000 euros, una cifra alejada de los 120.000 que el municipio ha conseguido recabar con los Planes Provinciales, lo que le obligará a ejecutar la obra en al menos dos fases.
La primera de ellas deberá comenzar en unos meses, a lo largo de 2011, con el objetivo de invertir los fondos procedentes de la institución provincial en esta legislatura. Ésta se centrará así en la consolidación del edificio, en coser las grietas, eliminar las humedades y estabilizar la estructura. «La idea era hacer todo a la vez, porque si no resulta más costoso, pero la torre no está para dejar pasar el tiempo, hay que actuar», dice el alcalde. Después, llegará el momento de buscar el resto de la financiación para transformar estos vestigios en una casa de turismo rural con la que, por un lado, asegurar un inmueble de su patrimonio que se encuentra en mal estado y, por otro, atraer turistas a una localidad que apenas los recibe. «Si le das una utilidad es una inversión que se puede recuperar, es buscar un atractivo para que alguien se mueva y conozca Villalán porque de otra forma no se va a acercar al pueblo», añade el regidor. Una vez que este alojamiento de turismo rural haya visto la luz, el Ayuntamiento tiene intención de conceder su explotación a la iniciativa privada a través de un modelo que aún no está definido.
El precio, pese a la innovación del proyecto, irá acorde al mercado y a la oferta en un pequeño pueblo de la Tierra de Campos «porque si se fija un precio elevado no sería viable desde el punto de vista económico». Su deseo es además que, en el momento en que el resultado sea palpable, otros municipios del entorno puedan imitar este tipo de obras con el único fin de dotar de un mayor carisma a una tierra que echa mano de la innovación para perpetuar su ancestral y vasta historia. Sería en ese instante, cuando otro municipio optara por dar el paso, cuando el proyecto se vería realizado en toda su integridad. «Esa es la idea, que haya otros pueblos que se animen y convirtamos la Tierra de Campos en un lugar atractivo desde el punto de vista turístico, y que no agonice con la despoblación», concluye.
